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Perro de Piso

Igual de antiguo que el zoomorfo reptil; el baby-face, desde el punto de vista del escultor, es más di­fícil de lograr porque la tradición requiere que lo hagamos de un mo­de­lo vivo, pues estos individuos son sagrados en nuestra religión y es importante captar realísticamente todas sus peculiaridades congénitas: grandes cabezas, ojos almendrados, mandíbulas, largo torso y extremidades cortas y gruesas. Aunque todos se parezcan entre sí, muestran sutiles diferencias físicas. De tamaño portátil, tallamos sus rostros en forma de máscaras, además de individuos de pie o sentados de cuerpo entero. Los que están de pie generalmente sólo portan taparrabos y se caracterizan, además de por sus facciones únicas, por su forma de tener las rodillas parcialmente flexionadas. Los sentados se hallan, por lo común, ricamente ataviados con sus vestimentas rituales. Como monumentos, los baby-face se tallan en forma de cabezas colosales e individuos sentados ritualmente ataviados.

                         Los Olmecas

            "Cara de niño o baby-face"

Mesoamérica

Existen evidencias de que diferentes culturas mesoamericanas tuvieron contacto con perros, entre ellas podemos hablar de los Tlaxcaltecas, Mayas, Zapotecas y Aztecas, por citar algunas.

 

En 1325 se funda la Gran Tenochtitlan, lo que hoy es la Ciudad de México, y en el mercado de Tlaltelolco se vendían perros tanto para ritos como para los sacrificios a sus dioses que se realizaban en el templo mayor. Fray Bernardino de Sahagún relata:  
 

"Los que los criaban traían al mercado muchos perros, y los compradores a su placer y contento buscaban el que era mejor, o de pelo chico, o de pelo largo."

 

El perro tlalchichi (perro de piso en náhuatl), es un perro semejante a los perros chicos de nuestra tierra, de mal aspecto, y en lo demás parecido a los comunes y corrientes”.

 

 

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